jueves, 9 de agosto de 2012

El paso del tiempo.

¿Nunca os habéis mirado al espejo, y no habéis reconocido a la persona que había delante? Los malos momentos, hacen mella en nosotros, en ocasiones para bien, y en otras todo lo contrario, pero no podemos permitir llegar a ese límite, perder nuestra esencia... Perder lo que somos. Nunca, nadie, se va a ganar que nos perdamos a nosotros mismos por esa persona. Te miras al espejo cada mañana y no ves una sonrisa ni unos bonitos ojos brillantes, ves a aquella niña asustada que tiene miedo del que vendrá, unos ojos apagados, tristes, sin vida, y esa boca que albergaba siempre una sonrisa, hoy ya no esta. ¿Por qué? ¿Por qué dejamos que los miedos se apoderen de nosotros? No es malo tener miedo, no es malo las dudas que este mismo causa. Pero lo que sí es malo, es echarnos atrás, que ese miedo y esas dudas nos amedrenten. Es muy fácil esconderse de los miedos, huir de ellos, pero eso no logrará que por las mañanas brillen tus ojos. Es difícil, ¿quién dijo que fuera fácil? y quizá nos cueste mucho esfuerzo y tiempo... Pero al final, si nos enfrentamos a aquellos miedos, si no los dejamos atrás, sino que los pasamos por encima, esa sonrisa, ese brillo en los ojos cada mañana, volverá, porque sabrás que nada ni nadie ha podido contigo, que venga lo que venga, podrás con ello. Sabrás que alguna vez, las fuerzas flaqueen y pienses que ya no puedes más, pero siempre quedará una razón por la cual luchar, por la cual sonreír cada mañana, por la cual darte cuenta que esta vida no es tan mala como la pintan, que puede ser maravillosa, pero para ello, debes coger tus propios pinceles, y pintar tú mismo tu propia vida. No dejes que nadie la pinte por ti, agarra las riendas de tu vida, y si es necesario, cambia, pero no por nadie, sino por ti mismo, porque eso, te hará más fuerte, hará que nada ni nadie, pueda contigo.